“Imperioso, colérico, irascible,
extremo en todo, con una imaginación disoluta como nunca se haya visto, ateo al
punto del fanatismo, en resumidas cuentas así soy, mátenme otra vez o tómenme
como soy, porque no cambiaré”. Marqués de Sade. (Beauvoir, 1966).
Primeramente, una disculpa por estar tan
alejados del blog, hemos estado algo ocupados con deberes académicos, pero
trataremos, en la medida de lo posible, de mantenerlo actualizándose, no
solamente hasta el evento; la intención es traerles a ustedes pequeños regalos
literarios para incentivarlos a seguirnos y estar al tanto de la evolución del
evento, e incluso participar con alguna ponencia alusiva a la obra del Marqués.
Nuestro homenajeado de esta edición de
las Jornadas Malditas, “El Divino Marqués” (reivindicado por André Bretón y los
surrealistas) quizás algunos ya habrán tenido el placer (o displacer) de
leerlo, algunos conocerán solamente su reputación, quizás algunos solamente “de
oídas”, así que nos permitimos hacer una pequeña semblanza de esté espíritu
indomable, de un autor furibundo; quizás quienes hayan tenido la curiosidad de
remitirse a su obra, la hayan encontrado, a una primera lectura, nefasta o
repulsiva (¿O por qué no? excitante, pero no así exenta de cierto asco y culpa)
debido a la monstruosa cantidad de descripciones gráficas que poseen sus textos
(y no solamente es la descripción por sí misma, sino la riqueza imaginativa
para poner a los personajes en determinadas situaciones, por ejemplo, o la
riqueza en el manejo del lenguaje, la elocuencia, su retórica para convencer),
sin embargo, es mucho más que eso, no solamente fue un parteaguas en lo que
pudorosamente llamarían después “literatura erótica”, y abriría un cauce del
que manarían muchos autores clásicos de este género literario o abrevarían de
varias ramas distintas en el Marqués para esta concreción de lo inmoral, sino
que estaba impregnado por el espíritu libertario que imperaba en esa época; su escandalosa
obra fue producida en un momento histórico de suma importancia, que sacudiría
los cimientos de la civilización europea (y evidentemente refleja su efecto
hasta la actualidad) la gloriosa Revolución Francesa. Sade concreta en su
figura el espíritu de ese momento histórico tan importante, bebe del
pensamiento de Rosseau, bebe del pensamiento de Kant, por sí mismo destruye el
concepto de moral y, a su vez, construye una moral propia, según Georges
Bataille en su libro El erotismo (1957)
construye su propia filosofía, grita, maldice, blasfema, denuncia, critica lo
absurdo de la sociedad, reflexiona, sin lugar a dudas fue una figura muy
peligrosa para su tiempo, hablar del cuerpo, hablar de la sexualidad como parte
de la naturaleza humana, en toda su diversidad y amplitud, abonaría terreno para
el campo del psicoanálisis, para el estudio de las pulsiones sexuales, de las
parafilias, entre otros aspectos de la sexualidad, ya sin hablar de su vena revolucionaria
que avivaría los corazones franceses para moverse hacia los ideales de
Libertad, Igualdad y Fraternidad, o bien la filosófica reflexionando acerca de
temas varios como la virtud y vicio en la corrupta sociedad francesa
del s. XVIII, la felicidad, la autonomía del individuo, la libertad o el placer.
Resulta sencillo resumir su vida
diciendo que fue un escritor “loco” con comportamientos inmorales que pasó 27
años de su vida en 11 cárceles distintas durante tres regímenes, sin embargo la
historia es mucho más jugosa y picante que eso.
Esta es su historia…
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