14 de agosto de 2015

Historia de dos hermanas...


Del abundante corpus que representa la obra del Divino Marqués, tanto la publicada como aquellas obras inéditas que jamás vieron la luz o bien aquellas que, presuntamente se le atribuyen a Sade, pocas causaron tal revuelo como Los infortunios de la virtud, y con ésta, su primera novela oficialmente publicada, catapultó de forma definitiva su perversa reputación y le dio ese impulso para ser considerado el genio literario que es ahora (aunque en su momento no pudiera apreciarse de forma cabal la grandeza de esta obra), y un clásico, no solo de la literatura francesa, sino de la “literatura universal”.

El 8 de junio de 1787 escribe el primer borrador de Los infortunios de la virtud, pensado primero como parte de una antología, pero posteriormente tomó forma como su primera novela publicada Justine. Esta obra es el germen del pensamiento sadiano, ya de una manera exhaustiva, sistemática y metódica apunta hacia lo que sería la base de su sistema filosófico.

Sade pone como prioridad ante todo a la Naturaleza, es lo auténtico, lo real, fuera de ella (incluyendo la noción de Dios, o  el concepto de moral) todo lo demás es artificial, algo construido por el hombre; y por ser ajeno al hombre mismo, éste no tiene la obligación de obedecer a razones contrarias a su esencia. Sade justifica la naturaleza del crimen, el impulso sexual y la búsqueda del placer como elementos instintivos de la conducta humana, necesarios para la supervivencia. El Marqués parte de dos principios aparentemente opuestos e irreconciliables, el principio del placer, y el principio del dolor; la búsqueda egoísta del placer es algo natural en el hombre, esa búsqueda del placer es el motor que mueve a la humanidad, incluso no importa imponerse por encima de los derechos de los demás con tal de extraer el máximo goce, y para evitar ser eventualmente aplastado por la necesidad egoísta de placer de alguien más debe asegurarse un cierto estatus que les proteja. Seguir la senda del vicio nos augura bienestar, felicidad, pretensiones de ascenso social; por el contrario, la senda de la virtud no provoca más que dolor innecesario, porque ¿De qué sirve ser virtuoso en un mundo corrupto? Esta es la médula de la obra sadiana y el tema que ocupa en Los infortunios de la virtud, desarrollando su tesis en extenso y contrastándola con su contraparte obscura, Juliette o el vicio bien recompensado. La búsqueda del placer a partir del dolor ajeno, hace más gratificante el crimen y permite regodearse en este hedonismo autodestructivo…es decir la autodestrucción del hombre por el hombre mismo en su búsqueda por la satisfacción de un deseo.

Dos hermanas, Justine y Juliette, apenas entradas en la adolescencia  quedan huérfanas tras la muerte de su padre, quién no pudo resistir la vergüenza de la bancarrota y se suicida, poco después su madre muere también. Ambas piden auxilio en un convento subsidiado por su padre, sin embargo las monjas les niegan la ayuda y las abandonan a su suerte. En las puertas del convento las hermanas sostienen una discusión sobre su futuro, Juliette no ve con malos ojos vender su cuerpo y cometer actos atroces con tal de tener qué comer, Justine en cambio se horroriza con la idea de regalar su castidad a cualquier extraño y se empeña férreamente en seguir la senda de la virtud. Es en este punto cuando las historias se separan y dan como resultado la parte teórica de su tesis a propósito del fracaso de la virtud, y la parte práctica a propósito de las recompensas de la vida libertina y perversa. Justine, con una candidez e “inocencia” que raya en la idiotez, va narrando sus desgracias a cuanto extraño se encuentra, con la esperanza de encontrar un poco de caridad y comprensión, sin embargo resulta todo lo contrario, su horror y miseria va en aumento al toparse con personajes libertinos con falsas máscaras virtuosas, que abusan de ella, la violan, la torturan, la mutilan, la vejan hasta límites insospechados. En 1791, Sade hace una primera revisión de Los infortunios de la virtud, y finalmente es publicada bajo el título de Justine o los infortunios de la virtud, más explícita y extensa que la primera edición.

En 1797 aparece Juliette o el vicio bien recompensado, en donde nos enteramos qué fue de la otra hermana, la cual prospera en su educación libertina, se acuesta con la madre superiora del convento al que asiste así como con sus compañeras, asiste a orgías, se vuelve una cotizada prostituta, miente, roba, comete homicidios e infanticidios, blasfema contra la religión, contra la Iglesia, se regodea en los placeres escatológicos, asciende en la escala social hasta volverse una poderosa y muy rica dama de la alta sociedad francesa, que no duda en asesinar también a sus amantes con el fin de conseguir sus perversos propósitos. El final de Justine y el de Juliette son diametralmente opuestos, pero ambos son necesarios para entender la forma en la que operan la tesis y la antítesis sadiana en su construcción filosófica.

Posterior a la publicación de Juliette hay una segunda revisión (reedición) de Justine bajo el título de La nueva Justine o los infortunios de la virtud, seguida de la historia de Juliette, su hermana, o bien simplemente La nueva Justine.


La trascendencia de estas obras prevalece hasta nuestros días; no se puede terminar de entender el pensamiento de Sade si no se han leído Justine y Juliette, y no se puede concebir la literatura erótica si no se considera a Sade, el ídolo por antonomasia de este género. Así que si no conocen aún estas maravillosas obras, los invitamos a una lectura de una mano, a pasearse por los infernales jardines del Marqués, a ser testigos no solo de los horrores (y placeres) de la vida libertina, sino también  a la construcción de un sistema filosófico integro, y a la re construcción del concepto de la moral a través de los ojos de este curioso autor.

AVISO SSU